Jujuy: Cómo una iniciativa barrial se convirtió en un proyecto de cuidado ambiental

Rubén Ceballos es un hombre popular en la provincia de Jujuy. No es para menos, logró transformar la historia de su barrio y contagiar su acción digna de ser replicada. Su historia está atravesada por luchas infatigables y su ejemplo es multiplicador. Un hombre sencillo que solo con su ingenio y su deseo de transformar su realidad y la de su barrio, atravesó las teorizaciones y en la praxis logró demostrar que a veces lo único que hace falta es voluntad. 

Todo comenzó en el barrio Bella Vista bajo la Viña, ubicado en el Departamento Manuel Belgrano de San Salvador de Jujuy. Inició como una actividad vecinal y se transformó luego en un gigantesco proyecto ambiental. Surgió porque el barrio, que por aquellos inicios recién se conformaba como tal, no contaba con servicio de recolección de residuos. Algunos terrenos que eran baldíos comenzaban poco a poco a transformarse en basurales. Rubén Ceballos junto con los vecinos que formaban ese barrio insistieron en el pedido del servicio de recolección pero las gestiones se demoraban. 

 

Lejos de desanimarse y sumamente preocupados por el impacto ambiental y sanitario que esos basurales generaban y generarían a futuro, conocieron a Claudia Herrera quien los incentivó a realizar compostaje y lombricultura y de esa forma comenzar a reducir los desechos orgánicos. “Nos capacitamos unos diez, quince vecinos y cada uno teníamos nuestro compostero, pero al poco tiempo habíamos acumulado mucho residuo orgánico y el compostaje que lleva su tiempo, no estaba dando resultados”, explicó Rubén Ceballos quien advirtió la dificultad de tratar los residuos de forma individual y propuso hacer un compostero comunitario pero la burocracia una vez más se interpuso en el camino y ante reiterados pedidos por trabajos de suelo que demandaban para su ejecución, decidieron buscar otras alternativas. 

No teníamos idea de que íbamos a hacer un trabajo de reciclaje”, confesó Ceballos quien recurrió nuevamente a Claudia Herrera para tratar de encontrar una solución al problema de la basura. Aquí inició la etapa de reciclaje. “Con el reciclaje íbamos a separar el material que se podía reutilizar y así íbamos a disminuir la basura”, explicó Rubén quien relata que todo el barrio, sin servicio de recolección de residuos hasta ese momento, debía llevar las bolsas de basura hasta un punto comunitario por donde sí pasaban el camión de residuos. “Nos enseñó la teoría. Armamos entre los vecinos, uno trajo hierro, el otro trajo telas, las señoras fueron a pedir bolsas de papas a los negocios y armamos una estructura.”

 

Todos involucrados en el proyecto. Cada uno de los vecinos colaboró en la creación de canastos comunitarios de reciclaje. Un cartel con la leyenda “Señor vecino cuidemos el ambiente reciclando plastilina, vidrio, papel, cartón, tela” contagió a otros a imitar esta acción. Poco a poco esos canastos iban acumulando más y más residuos reutilizables, la basura de los baldíos comenzaba a desaparecer y el barrio respiraba aire puro, libre de paisajes desagradables. Corría el año 2014-2015 cuando los vecinos del barrio aprendieron a separar la basura pero desconocían qué hacer con todo lo que se acumulaba. Rubén Ceballos comenzó a capacitarse en temáticas de reciclaje pero no lograba continuar con la cadena de separar residuos y tratarlos. Lograron dar con una empresa que solo podía recibir el plástico, pero el resto, era basura. El barrio volvió a iniciar una cadena de reciclaje pero solo en plástico. 

 

Habían pasado dos o tres años de que en nuestro barrio habíamos empezado a reciclar y como funcionó en nuestro barrio pensé que podía funcionar en los barrios vecinos. Fui y les conté lo que hacíamos, los agentes policiales, sanitarios y educativos ya conocían de nuestro trabajo comunitario y se sumaron a la propuesta”, así recordó Ceballos que comenzó la etapa de trabajo comunitario en otras barriadas. “Era un trabajo voluntario el que yo hacía, los vecinos de mi barrio sí me ayudaron en el armado de los canastos para nuestra comunidad, pero para los otros barrios tuve que hacerlos yo solo”, enfatizó Ceballos que con una insistencia ante autoridades de todos los estamentos lograba de a poco hacerse lugar con su idea de cuidar el ambiente. 

Los espacios de recolección se fueron perfeccionando. Pasaron de ser bolsones sin ventilación y acumuladores, a ser canastos de hierro perfectamente identificables. Fue entonces el tiempo en que este proyecto voluntariado de Rubén Ceballos creció considerablemente. Eran cada vez más las instituciones que demandaban canastos de estos tipos y los reciclables comenzaron a acumularse. Llegó entonces el momento de crear una entidad y fueron cuatro las personas que se involucraron en el trabajo. 

 

Rubén Daza, Secretario de Economía Popular de Jujuy, fue una pieza clave en la materialización de este proyecto que hoy tiene otras escalas. Cuando Rubén Ceballos lo conoció, le contó sobre su proyecto e inmediatamente gestionó un financiamiento que le permitiera incrementar el número de canastos en la ciudad y hacer del reciclado de plásticos una actividad productiva. “Don Rubén se entusiasmó porque vio que esto se iba transformando en un proyecto productivo porque hasta ahí había sido un proyecto comunitario, social. Y ahora, con lo que comercializamos de plásticos lográbamos recuperar las inversiones que hacíamos en combustible para trasladar los residuos, por ejemplo”, detalló Ceballos. 

La actividad que inició como un servicio comunitario, intentando dar respuesta a una problemática barrial, se transformó hoy en un proyecto productivo. Actualmente logran reciclar alrededor de 700 y 800 kilos de plásticos mensualmente. Los canastos hoy están distribuidos en gran parte de San Salvador de Jujuy. Los casos de éxito se fueron contagiando y los Centros Vecinales replicaron la iniciativa. Así se logró que los plásticos y vidrios reciclados vuelvan a la comunidad transformados en bancos para las plazas o los parques recreativos. El entramado productivo hoy es una realidad. 


“El cuidado del ambiente tiene que ser un trabajo social, un trabajo a conciencia porque si yo invierto en juntar botellas plásticas solo para hacer negocios, entonces voy a ir a buscarlas donde más ganancias pueda obtener y no voy a ir a las escuelas a hacer capacitaciones o a las comisiones vecinales. El cuidado del ambiente debe ser una tarea de todos y no pensarlo como un negocio”, reflexionó Ceballos al momento de explicar porqué es vital que el Estado se involucre para acompañar los procesos.

Lo que comenzó en el barrio Bella Vista de San Salvador de Jujuy hoy se replica en otros diez barrios de la ciudad. El proyecto no logra expandirse porque las capacidades están limitadas. La demanda sigue en aumento pero los espacios de acopio se volvieron insuficientes, sumado a que Rubén Ceballos se quedó sin medio de movilidad para transportar el material reciclado. “Si no logramos que el material reutilizable llegue a las fábricas para su transformación, de nada sirve que le enseñemos al vecino a separar la basura. Las cadenas deben estar bien armadas para que verdaderamente podamos hacer la diferencia en el cuidado del ambiente”, sentenció. 

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