El Ancasti. Diario de la provincia de Catamarca.
La demanda de mayor federalismo en la toma de decisiones del gobierno central es histórica…
La demanda de mayor federalismo en la toma de decisiones del gobierno central es histórica en la Argentina, voces que se alzan con más frecuencia y énfasis en el Norte Grande que en el resto del territorio, pero tal vez como nunca antes en la actualidad ese reclamo está respaldado por posturas institucionales que rozan la unanimidad.
Que sean las provincias del norte las que encabecen la reivindicación no es casual. Un repaso por la inmensa mayoría de los indicadores estadísticos oficiales que miden la calidad de vida de los habitantes del país –en lo social, educativo, salud, cobertura de servicios, infraestructura pública, etc.- corroboran el retraso relativo de la región respecto de otras.
El Índice de Desarrollo Humano es una síntesis acabada de una serie de indicadores. Clasifica a los países en tres niveles de desarrollo humano –alto, medio y bajo- y está compuesto por la esperanza de vida, la educación y el ingreso per cápita. En la Argentina no hay jurisdicciones en el nivel bajo, sino solo medio y alto. Pero a partir de una lectura rápida de sus resultados se puede apreciar la inequidad territorial vigente. De los diez últimos lugares, ocho lo ocupan provincias del Norte Grande. Apenas se despegan del lote Catamarca, que ocupa el lugar 12° y Tucumán, el 14°. El resto –Jujuy, La Rioja, Salta, Misiones, Corrientes, Formosa, Santiago del Estero y Chaco- se encolumna del 17 al 24 puesto.
Cuando la tendencia es tan marcada, la causa de la postergación no puede ser la vigencia de malos gobiernos, sino otra, vinculada con una asimetría estructural resultante no tanto de la distribución automática o discrecional de fondos, sino de los criterios adoptados para decidir la localización de la inversión pública en el territorio, beneficiando históricamente a otras regiones en desmedro del norte argentino.
El Consejo Regional del Norte Grande –conformado en diciembre del año pasado e integrado por los 10 gobernadores de la provincia del NOA y el NEA- y el Parlamento del Norte Grande, reinstalado en los últimos días, son estructuras de carácter institucional que ponen en evidencia la existencia de un pacto orientado a la promoción de políticas que rompan con la desigualdad territorial. No son movidas partidarias, pues participan de ellas Jujuy y Corrientes, con gobiernos radicales y, por cierto, una mayoría que responde al justicialismo.
Otra nueva estructura, esta sí alineada directamente con solo una fuerza política –la Liga de Gobernadores Justicialistas, que suma a provincias extra región- aporta también una reivindicación federalista para amenazar la hegemonía centralista, en particular la de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires-.
El Norte Grande, que ocupa el 30% de la superficie del país y tiene 10 millones de habitantes, considera que ha llegado la hora de hacer oír su voz para que la historia empiece a cambiar. En los últimos cuatrimestres, algunos de los indicadores que registran la reactivación de la economía se manifiestan con más fuerza en la región, y la inversión federal se ha incrementado respecto de la gestión nacional anterior.
Son datos alentadores, pero se requiere de una política sostenida para empezar a revertir una tendencia histórica de postergación. Tal vez las estructuras institucionales recién conformadas, si no se contaminan de internismo político, ayuden en el proceso.